Si era sobre ellos,
era sobre oportunidades perdidas
sobre trenes que se extraviaban
y aviones que se perdían.
Pero el destino, o el azar,
se encaprichaba
en tirar una vez más los dados
en barajar una nueva mano.
Sería quizás esa,
para bien o para mal,
el último de los intentos
la última apuesta.
Si era sobre ellos,
todo cambiaba.
Ya no había canción que lo cantará.
Ya no había palabras que lo pudiesen contar.