“William Shakespeare dijo que la vida estaba llena de ruido y furia y al final no significaba nada. Al término de tanta furia y tanto ruido, viendo tanto dolor e incertidumbre en la vida ¿cómo conseguimos salir adelante? Como Sally le dijo a Roy a veces las ilusiones funcionan mejor que la medicina.”
Lo citado no es obra mía sino obra de la narrativa que Woody Allen hace en su película “You will meet a tall, dark stranger”, en su título original, o como es conocida en Argentina, “Conocerás al hombre de tus sueños”
Bajo el disfraz de una comedia ligera el director neoyorquino nos habla de la vida, la muerte, el amor y como sobrellevar los problemas diarios. Cuenta la historia de distintos personajes, todos conectadas entre sí. Pero no es de las historias de lo quiero hablar, porque si lo hiciera podría arruinar una película a quien eventualmente leyera esto.
Quiero hablar de lo que me dejó. Una de esas cosas es la tentación, el horrible error de dejarse atrapar por las mentiras de una señora que dice ser capaz de leer el futuro y creerle ciegamente, hasta el punto de convertirla en el motor de cada una de sus acciones. ¿Cómo alguien puede saber lo que el futuro nos depara? Por favor, si alguien sabe, díganmelo. Y aunque existiera el ser humano capaz de ver más allá del tiempo, ¿para qué? Creo que lo más cautivante que el concepto “futuro” encierra es, justamente, el no saber lo que va a suceder porque nos sorprende, porque es impredecible. Cuando pienso en la posibilidad de vivir sabiendo lo que nos espera se me presenta como una vida aburrida, sin sobresaltos y más que nada sin siquiera la posibilidad de ilusionarse.
Otra de las cosas que retrata Woody Allen es el siempre presente deseo de lo que no tenemos o no podemos tener. Presente bajo distintas formas este sentimiento se presenta en casi todos los personajes. Porque la idea de lo prohibido, de lo que nos está vedado siempre nos despierta el deseo de querer tenerlo, no importa la manera, no importa lo que perdamos en el camino. Nos hace ver lo que sí tenemos como insuficiente, no nos alcanza. Y lo rechazamos. Cuando cerramos los ojos y corremos rápido y fuerte para romper el muro que nos separaba de lo que tanto anhelábamos y, en algunos casos, lo logramos nos damos cuenta que no era tan perfecto, tan luminoso. Y nos damos cuenta de lo bien que nos hacía lo que si teníamos. Pero ya es tarde y el tiempo no va hacia atrás.
Lo último que voy a decir, la última observación a hacer es que el hombre, el ser humano busca siempre el amor, el cariño. Lo necesita, lo necesitamos. Todo gira alrededor de su búsqueda, de su encuentro y su final o no final. Lo malo es cuando nos encontramos con el pseudo-amor, cuando nos chocamos contra baratas imitaciones que nos lastima, nos rompe, nos hace mal. Y principalmente nos aleja de Amor (con mayúsculas), nos cierra sus puertas con triple candado.
Mentí. Me queda una cosa más por decir. Dos cosas más.
La pregunta que se hace el escritor y director ¿cómo conseguimos salir adelante a tanto ruido, a tanta furia? me parece una que todos nos deberíamos hacer. La respuesta a esta pregunta, cualquiera que fuese, será el sostén de cada día, la fuerza que nos ayude a superar los bajos de los altibajos que toda vida tiene. Y creo que, como se repite varias veces en la película, la ilusión funciona mejor que la medicina.
Ahora sí, lo último. Creo que “Conocerás al hombre de tus sueños” es una película que vale la pena ver.