DE ROSAURA A LAS 1O, MARCO DENEVI.
Dormir y soñar son para mí la misma cosa. Y despertar, despertar es para mí como subir al fondo del mar. Como elevarme lentamente desde un abismo oceánico hasta la superficie. Y no, no me despierto del todo. Por un rato largo los sueños siguen mareando mi cerebro. Digo que estoy despierto, pero sueño. Los sueños continúan pareciendo realidad. No duermo ya, he recobrado la conciencia y sin embargo ¿por qué mí cerebro sigue destilando sus sueños, por qué los sueños no se borran, por qué se infiltran en mí conciencia y toman el lugar de la realidad? (…). Para mí, el dolor o la voluptuosidad o la tortura de mis sueños siguen vivos, aún después del sueño y en medio de la realidad diurna (…) y entonces los dos mundos se entremezclan, en mí, como dos realidades distintas pero igualmente poderosas. Soñar y vivir. ¿Cuál es la diferencia?, yo no la percibo. Los sueños deben imprimir en mí una impresión, tantas impresiones y tan profundas que lo cubrirán todo, lo dejan maculado con sus improntas; por eso después la realidad no encuentra lugar en mí, sólo una sobreimpresión que a mí cerebro le parece otro sueño (…). También soñé que soñaba ¿usted no? Claro, usted nunca debe de haber pasado el primer círculo de sueños. Pero yo sí. Yo soñé que soñaba. Y soñé que me despertaba del sueño que estaba soñando y decía – Ah! Era un sueño- y creía estar despierto. Quizás la vida sea eso. Un sueño metido adentro de otro. Quizás la vida sea el tercer sueño concéntrico del que uno se despierta cuando muere”
Dormir y soñar son para mí la misma cosa. Y despertar, despertar es para mí como subir al fondo del mar. Como elevarme lentamente desde un abismo oceánico hasta la superficie. Y no, no me despierto del todo. Por un rato largo los sueños siguen mareando mi cerebro. Digo que estoy despierto, pero sueño. Los sueños continúan pareciendo realidad. No duermo ya, he recobrado la conciencia y sin embargo ¿por qué mí cerebro sigue destilando sus sueños, por qué los sueños no se borran, por qué se infiltran en mí conciencia y toman el lugar de la realidad? (…). Para mí, el dolor o la voluptuosidad o la tortura de mis sueños siguen vivos, aún después del sueño y en medio de la realidad diurna (…) y entonces los dos mundos se entremezclan, en mí, como dos realidades distintas pero igualmente poderosas. Soñar y vivir. ¿Cuál es la diferencia?, yo no la percibo. Los sueños deben imprimir en mí una impresión, tantas impresiones y tan profundas que lo cubrirán todo, lo dejan maculado con sus improntas; por eso después la realidad no encuentra lugar en mí, sólo una sobreimpresión que a mí cerebro le parece otro sueño (…). También soñé que soñaba ¿usted no? Claro, usted nunca debe de haber pasado el primer círculo de sueños. Pero yo sí. Yo soñé que soñaba. Y soñé que me despertaba del sueño que estaba soñando y decía – Ah! Era un sueño- y creía estar despierto. Quizás la vida sea eso. Un sueño metido adentro de otro. Quizás la vida sea el tercer sueño concéntrico del que uno se despierta cuando muere”