sábado, 9 de julio de 2011

El amo de mi destino, el capitán de mi alma.

En la noche que me envuelve
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi espíritu inconquitable.


En las azarosas garras de las circunstancias
he gemido pero no llorado
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.


Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,

la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.


No importa cuán estrecho sea el camino, 
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.




Invictus. William Hernest Henley.